En la reciente primavera, Clive Kabatznik, un inversor residente en Florida, mantuvo una consulta telefónica con su representante del Bank of America para deliberar sobre una importante operación financiera que pretendía ejecutar. Posteriormente, realizó una segunda llamada al mismo representante.
Sin embargo, la segunda llamada no fue iniciada por el Sr. Kabatznik. Más bien fue orquestada por una aplicación informática especializada que había replicado sintéticamente su voz en un intento de engañar al funcionario bancario para que desviara los fondos a una cuenta no autorizada.
El incidente del Sr. Kabatznik y su entidad financiera ejemplifica un nuevo y sofisticado esquema fraudulento que ha atraído la atención de los profesionales de la ciberseguridad: el empleo de tecnología de inteligencia artificial para producir falsificaciones vocales, que son imitaciones muy convincentes de voces humanas auténticas.